Vivo desde siempre en un grupo de gente competitiva, siempre debía mirar al resto y autoerigirme mas, me sentía gorda, chica, fea, nadie lo entiende, todos dicen que soy linda y mi cuerpo es genial ¿verdad o mentira? Cada uno juzga desde su pupila. Era mi realidad, yo sentía eso, yo era la chanchita para todos, la “watona” y “cachetes” para sus amigos, dentro del colegio pasaron miles de cosas, separación de mis papas, mis pololos me cambiaron por mujeres regias, algo tenía que hacer, comencé a dejar de comer y llenarme de agua a mas no poder, cuando comencé a perder peso, mi ropa no lo mostro jamás, era feliz, me sentía genial, claro que mi familia comenzó a ver mis cambios de humor, termine en un psicólogo asqueroso, una terapia que realmente era tortura.
Pase de tortura en tortura, no se que cambio pero después de mucho tiempo bajo grandes chalecos, mi mama se dio cuenta de mi “enfermedad” cuento corto, termine en una nueva tortura … paso el tiempo y no sentí la necesidad de dejar de comer, encontré un gran aliado enverad para no hacerlo (jaja) alcohol, me rendí a sus pies, y así pase de mi gran amigo alcohol del cual abuse mil veces para no sentirme tan podrida a las drogas, use a uno, luego al otro y en muchas ocasiones a los dos, hasta hace un tiempo a tras donde me vi desnuda frente a un espejo y termine vomitando, eso claramente nadie lo sabe, fue un acto casi de sanación me sentí muy bien haciéndolo, y me di cuenta que era tiempo de volver a reencontrarnos con mi vieja amiga “Ana” la reina del físico, la que me hace sentir que estoy en lo correcto.
Después de ese episodio, hable con Alisa una amiga, de nuestra poca tolerancia a los gordos, sentíamos repulsión a la gente que se llenaba de comida, nos hacían vomitar, y llegamos a la conclusión de que era solo porque era como nos sentíamos, eran nuestro espejo.
Nunca me sentí perfecta, pero mi sueño es llegar a serlo.
Éxito, Cass
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